Soldados de Salamina Javier Cercas

Soldados de Salamina Javier Cercas

Сумата се прибавя директно в кошницата

7.98 лв.

Количество
Бърза поръчка



Платформата не носи отговорност за авторските права и съдържанието на споделените в нея учебни материали. Ако споделен учебен материал нарушава Вашите авторски права се свържете с нас.

.

Fue en el verano de 1994, hace ahora mas de seis anos, cuando o^ hablar por primera vez del fusilamiento de Rafael Sanchez Mazas. Tres cosas acababan de ocurrir me por entonces: la primera es que mi padre haMa muerto; la segunda es que mi mujer me haMa abandonado; la tercera es que yo haMa abandonado mi carrera de escritor. Miento. La verdad es que, de esas tres cosas, las dos primeras son exactas, exactisimas; no as! la tercera. En realidad, mi carrera de escritor no haMa acabado de arrancar nunca, as! que dificilmente podia abandonarla. Mas justo seria decir que la haMa abandonado apenas iniciada. En 1989 yo haMa publicado mi primera novela; como el conjunto de relatos aparecido dos anos antes, el libro fue acogido con notoria indiferencia, pero la vanidad y una resena elogiosa de un amigo de aquella epoca se aliaron para convencerme de que podia llegar a ser un novelista y de que, para serlo, lo mejor era dejar mi trabajo en la redaction del periodico y dedicarme de lleno a escribir. El resultado de este cambio de vida fueron cinco anos de angustia economica, fisica y metafisica, tres novelas inacabadas y una depresion espantosa que me tumbo durante dos meses en una butaca, frente al televisor. Harto de pagar las facturas, incluida la del entierro de mi padre, y de verme mirar el televisor apagado y llorar, mi mujer se largo de casa apenas empece a recuperarme, y a mi no me quedo otro remedio que olvidar para siempre mis ambiciones literarias y pedir mi reincorporacion al periodico.

Acababa de cumplir cuarenta anos, pero por fortuna —o porque no soy un buen escritor, pero tampoco un mal periodista, o, mas probablemente, porque en el periodico no contaban con nadie que quisiera hacer mi trabajo por un sueldo tan exiguo como el mio— me aceptaron. Se me adscribio a la section de cultura, que es donde se adscribe a la gente a la que no se sabe donde adscribir. Al principio, con el fin no declarado pero evidente de castigar mi deslealtad —puesto que, para algunos periodistas, un companero que deja el periodismo para pasarse a la novela no deja de ser poco menos que un traidor—, se me obligo a hacer de todo, salvo traerle cafes al director desde el bar de la esquina, y solo unos pocos companeros no in-currieron en sarcasmos o irornas a mi costa. El tiempo debio de atenuar mi infidelidad: pronto empece a redactar sueltos, a escribir articulos, a hacer entrevistas. Fue as! como en julio de 1994 entreviste a Rafael Sanchez Ferlosio, que en aquel momento estaba pronunciando en la universidad un ciclo de conferencias. Yo saMa que Ferlosio era reacio en extremo a hablar con periodistas, pero, gracias a un amigo (o mas bien a una amiga de ese amigo, que era quien haMa organizado la estancia de Ferlosio en la ciudad), consegrn que accediera a conversar un rato conmigo. Porque llamar a aquello entrevista seria excesivo; si lo fue, fue tambien la mas rara que he hecho en mi vida. Para empezar, Ferlosio aparecio en la terraza del Bistrot envuelto en una nube de amigos, distipulos, admiradores y turiferarios; este hecho, unido al descuido de su indumentaria y a un fisico en el que inextricablemente se mezclaban el aire de un aristocrata castellano avergonzado de serlo y el de un viejo guerrero oriental —la cabeza poderosa, el pelo revuelto y entreverado de ceniza, el rostro duro, demacrado y dificil, de nariz judia y mejillas sombreadas de barba—, invitaba a que un observador desavisado lo tomara por un guru religioso rodeado de acolitos. Pero es que, ademas, Ferlosio se nego en redondo a contestar una sola de las preguntas que le formule, alegando que en sus libros haMa dado las mejores respuestas de que era capaz. Esto no significa que no quisiera hablar conmigo; al contrario: como si buscara desmentir su fama de hombre hurano (o quizas es que esta caretia de fundamento), estuvo cordiaHsimo, y la tarde se nos fue charlando. El problema es que si yo, tratando de salvar mi entrevista, le preguntaba (digamos) por la diferencia entre personajes de caracter y personajes de destino, el se las arreglaba para contestarme con una disquisition sobre (digamos) las causas de la derrota de las naves persas en la batalla de Salamina, mientras que cuando yo trataba de extirparle su opinion sobre (digamos) los fastos del quinto centenario de la conquista de America, el me respondia ilustrandome con gran acopio de gesticulation y detalles acerca de (digamos) el uso correcto de la garlopa. Aquello fue un tira y afloja agotador, y no fue hasta la ultima cerveza de aquella tarde cuando 

.

Свързани продукти

63.84 лв.

Referenz Herzchirurgie